Ganan los buenos

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En un estudio sobre frecuencia de palabras en textos en inglès que abarcó desde 1800 a nuestros días – utilizando herramientas Google- se determinó que en escritos de principios del siglo XIX era nueve veces más común la palabra “dar” que “obtener”. Hacia el 2000, “obtener” superaba por el doble de veces. El dato los obtuve desde el perfil de Facebook de uno de los investigadores estadounidenses más influyentes por estos días, Adam Grant, quien ha destacado por su reciente libro “Give and Take”.

Su tema es una revolucionaria aproximación al fenómeno del éxito, asunto que en nuestra sociedad tiene variables previsibles y rígidas, pero que en sociedades más meritocráticas ha sido fuente de investigaciones académicas y que han derivado en teorías aplicables a organizaciones, educación y desarrollo personal, entre otros.

Grant plantea que durante generaciones nos hemos explicado el éxito individual desde la pasión, el trabajo duro y la suerte. Pero en el nuevo mundo que se ha configurado, el éxito está dependiendo con mayor énfasis en cómo interactuamos con otros.

El enfoque particular de Grant expone que en las interacciones funcionales, los individuos desarrollamos tres perfiles posibles. Los “takers” (tomadores), los “matchers” (comparadores) y los “givers” (dadores). Los primeros se enfocan en obtener lo más posible de otros, los segundos hacen intercambios por conveniencia y los últimos, aquellos que constribuyen a otros sin esperar nada a cambio.

Si nos preguntamos quiénes son los que alcanzan el éxito en el trabajo o en la vida, lo más probable es que coincidamos en que los tomadores, o los winners, son los que predominan. Sujetos decididos a obtener el máximo de provecho de otros estarían destinados a ganar, siempre. Tan es así que, incluso, muchos adultos animan a niños y jóvenes a entender el mundo con esa lógica como herramienta para el futuro.

Adam Grant expone que esa idea está errada. Los winners no son los que ganan en este mundo y no son los que están liderando los nuevos escenarios. Son los dadores o givers, quienes están influyendo, especialmente en el mundo de la empresa. Y por una razón muy simple: son los que obtienen mejores resultados por los positivos efectos de su particular forma de interactuar con otros. No sólo son capaces de compartir sus conocimientos, también son capaces de inspirar a otros y permitirles desarrollar sus talentos con mayor libertad y sin la restricción de una recompensa.

Grant sostiene que la creación de redes eficaces, colaboración, influencia, negociación y habilidades de liderazgo terminará con la idea de que «los buenos terminan siempre en el último lugar».

Más allá de que este libro pueda ser toda una satisfacción para los que detestamos el perfil winner que predomina en nuestra cultura local, es interesante extrapolar los beneficios de la contribución a los demás para enfrentar los problemas que nos aquejan por estos días. Desde el centralismo que nos enrabia hasta la pobreza que nos avergüenza.

Diario El Sur, 15 de agosto de 2013

 

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