Energía para el Desarrollo

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Una dirigente social de Rucalhue, – sector en que se emplaza la recién inaugurada central hidroeléctrica Angostura- , explicó a los numerosos periodistas que acudieron a cubrir la visita presidencial a esa nueva generadora, que es absurdo que en la zona de Alto Biobío las personas tengan que pagar un mayor precio por la energía eléctrica en comparación con los habitantes de ciudades, considerando que ellos son los vecinos a las represas.

La crítica no fue destemplada ni amenazante. No representaba una causa en particular. Desde su rol como representante de la comunidad expresó una verdad tan grande como esas centrales que permiten el pujante desarrollo en el valle y que han cambiado el entorno de los lugareños y, en parte su cultura, recibiendo, a cambio, las contradicciones de unas reglas del juego que a estas alturas son absurdas. La polémica por las irrisorias patentes municipales que pagan grandes complejos industriales es parte de esas reglas del juego que son disfuncionales para el desarrollo local.

Cuando superamos las inquietudes ambientales de los proyectos de energía o de cualquier instalación industrial hoy se nos abre una zona aún difusa para nuestra sociedad. Se trata de la contribución que debieran realizar esas inversiones en los territorios en que se emplazan. Las  reglas de hoy limitan la contribución – voluntaria o por presión de la comunidad-  a una negociación  “a oscuras” de compensaciones por impactos ambientales que muchas veces no tienen un genuino origen ambiental. Esa pareciera ser la única vía institucional para acordar una contribución que las comunidades asumen como justa.

En este espacio, los resultados de esas negociaciones tampoco son funcionales al desarrollo local como desearíamos. Vemos canchas de futbol, sedes vecinales, parques y plazas, nuevas escuelas, etc, todas inversiones sociales desarticuladas de un plan de desarrollo local pero que son muy efectivas para disminuir la oposición a una inversión industrial.

La nueva contribución que la sociedad está demandando de la actividad industrial va más allá de donaciones. Se trata de incidir efectivamente en el desarrollo local y eso es harina de otro costal. Requiere recursos, sin duda, pero también ideas, participación, co diseño de proyectos, un diálogo eficaz por el desarrollo de la comunidad y por sobre todo, nuevas reglas que promuevan el desarrollo local a través de inversión privada. Así, los habitantes de Alto Biobio, Coronel y Cabrero podrían contar con energía barata, por ejemplo, y recibir nuevas inversiones que generen el empleo que una termoeléctrica o una represa no puede ofrecer. O en base una nueva alianza entre la comunidad, empresa y el estado impulsar proyectos de alto impacto en infraestructura productiva, nuevas capacidades para sus habitantes, reconversiones laborales reales, en fin, iniciativas que signifiquen cambiar una historia de pobreza y decepción.

Esto no es sólo responsabilidad social empresarial y tampoco un desafío sólo para las industrias. Esta es una nueva visión de desarrollo que como país necesitamos de forma urgente. 

Diario El Sur de Concepción, 17 de julio de 2014

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