El Castillo de Naipes

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¿Qué palabra utilizar para el momento que estamos viviendo? De hecho, es difícil encontrar una sola palabra porque no todos estamos viviendo lo mismo. Y esa es una clave para entender la grave crisis que transitamos.

Los diagnósticos son todos adversos. Los con gráficos y Excel, y los que vemos por la ventana. Le buscamos el lado bueno con esperanza, pero la verdad, estamos viviendo una pesadilla que sólo tiene referencia en los libros de historia.

Las largas epidemias y desastres de siglos pasados se vienen a la memoria por las lecturas de enciclopedias cuando no teníamos internet y la curiosidad nos despertaba temprano en la mañana.

Este coronavirus es un desastre, sin duda, y nos está llevando a situaciones extremas que nos generan angustia, asombro, miedo profundo, y un sinfín de palabras que utilizamos para expresar nuestra pequeña e incierta existencia amenazada por lo invisible.

Como un acto de magia, de la más temible, estamos existiendo en una dimensión desconocida. Un mundo patas para arriba y con el fatalismo rondando nuestras fantasías. Es la pandemia infectando el espíritu, el alma o como se llame esa conciencia que nos hace vivos.

Pero como especie nos distingue ese ánimo de supervivencia y en esta pasada nos hemos propuesto combatirla. Lamentablemente con la metáfora equivocada y eso es parte del problema.

Esta NO es una guerra, ni tampoco la epopeya de héroes que salvan vidas con poderes suprahumanos. Más bien esta es una presión decisiva hacia una transformación de nuestro estilo de vida. Una manera que ya estaba en crisis antes del coronavirus, no solo en Chile, también en el planeta,  y que requiere una urgente acción colectiva .

Esta pandemia se suma a nuestra crisis de inequidad, la crisis climática y la crisis de la democracia. Hay otras más pero ya con eso es suficiente para ilustrar el problema que tenemos como civilización. Y no es novedad. Desde décadas sabemos que hemos cultivado un desastre y hemos querido ver sólo lo positivo de los últimos 60 años de aceleración de desarrollo en el mundo. Pero lo cierto es que hemos provocado un desastre muy lamentable y que requiere una decidida acción de nuestra generación y de unas cuántas más que vendrán.

Esta acción es colectiva, querámoslo o no. Porque tampoco tenemos líderes para este problema. Por lo tanto, es la acción colectiva la que hará una diferencia. Para bien o para mal. Para nuestro caso, un colectivo muy polarizado, con diferencias tan irreconciliables como añejas, pero que nos separan de la inteligencia común.

Un pesimista diría con seguridad que estamos listos para la extinción. Pero no es tan así. Hay esperanza en la historias de personas atendiendo enfermos en los hospitales y consultorios que reflejan humanidad. En los presos de Colina 2 que decidieron donar sus frazadas y alimentos para los campamentos cercanos. O de los vecinos que comparten el almuerzo en Santa Juana. O de los empleados de un restorán que apoyan al dueño para reinventarse con un delivery. O de los profesores de un liceo que se organizan para apoyar a los alumnos que están pasando hambre y violencia intrafamiliar. O de las empresas que con menos ruido están ayudando a comunidades desde antes de los paquetes estatales.

También hay esperanza en que mientras hemos estado en cuarentena -o lockdown en su versión en inglés que denota más encierro forzado-, la naturaleza no lo estuvo. Y en el hemisferio norte ya se documenta esta nueva primavera que está generando alegría a millones de personas que han podido admirarla, con una vitalidad que deslumbra. En muchas ciudades y pueblos la vida natural se salió del libreto y es protagonista. Como debió ser siempre. Pero nuestras ocupaciones la anularon, la espantaron o la destruyeron. Y en el camino, a muchos semejantes también.

Qué duda cabe. Como una fábula, esta pandemia nos está dejando moralejas y duras lecciones para el futuro.

Pero aún no tenemos tiempo. Aun no llegamos ahí, a la comprensión de un nuevo futuro. El que teníamos se “cayó como un castillo de naipes”. Por mientras, esta crisis se vive al día…..un día más largo para algunos y más  penoso.

Lo cierto, es que esto ya nos llegó al corazón.

2 pensamientos en “El Castillo de Naipes

  1. Mario Basualto dice:

    Buen desarrollo de los sentimientos que afloran en estos días.

  2. Andres Duran Astorga dice:

    Gracias Michael muy empatico con las realidades de muchos. Se siente el calor de la historia escribiendose delante nuestro..

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