Nuestra Sequía

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El proyecto para llevar agua desde la desembocadura del Biobío hacia el norte minero es una idea para muchos descabellada y carísima pero que puede significar un giro fundamental para el desarrollo del país. Transportar un recurso natural a miles de kilómetros para hacer próspera una zona es una completa innovación para un país como el nuestro.

Mientras este proyecto avanza, otro ducto está en operación y ya está generando problemas estructurales en nuestra zona que precisamente afectan nuestras opciones de prosperidad. No es un ducto que transporta recursos naturales, sino uno que transporta recursos humanos.

El boom minero y el despegue de Santiago como ciudad conectada al mundo están provocando una sequía abrumadora de talentos en ciudades como Concepción, que han visto estancada su energía para generar prosperidad. Las grandes industrias que mueven la economía regional ya están evidenciando esa fuga de trabajadores, profesionales y técnicos y se prevé que la tendencia se acrecentará este año y los próximos. Esta novedad es más bien un proceso que se ha venido agudizando y que explica en gran parte una permanente fuga de talentos que ha debilitado un órgano clave para nuestro futuro: la materia gris colectiva.

El debilitamiento de nuestra capacidad para impulsar nuevos proyectos y generar  ideas para hacer más próspera nuestra ciudad o región es tan evidente que muchos ya sentimos  un silencioso malestar y decepción. Un factor que acrecienta este estado de cosas poco auspicioso es que la agenda de nuestro desarrollo hoy está bajo el monopolio del Estado y sus limitaciones. Aún más, no nos consta que exista tan nítidamente como suponemos.

¿Significa esto que no hay más remedio que acomodarse a lo que hay? Por cierto no. Y este año debiéramos impulsar desde la ciudadanía más inquieta un ánimo renovado por ocuparnos de nuestra prosperidad. Estoy pensando en construir una visión de futuro que supere los desafíos de la reconstrucción que sin duda también han restado impulso para estas cosas.

En este propósito, activar las redes profesionales, de gente emprendedora e inquieta por el desarrollo de nuestra ciudad es urgente. No podemos esperar que desde el mundo político aparezcan luces definitivas sobre lo que podemos hacer.  Más aún, en un año electoral la política estará ocupada de su agenda de poder más que de proponer transformaciones de futuro genuinas. 

Hay una pregunta que es más dura de plantearse pero que de la que no podemos zafar. ¿Tenemos una elite que pueda hacerse cargo de este escenario? Yo creo que no, pues prácticamente no existe una elite pensante que tenga visibilidad en la ciudad. Más bien hay figuras, promesas y liderazgos debilitados. A ratos da la impresión de que ya el partido se jugó y muchos están acostumbrándose a un pésimo resultado. En fin, es difícil ser optimista estos días por las calles penquistas… juntémonos a tomar un café por ahí, ese es el primer paso para soñar una ciudad mejor.

  

Diario El Sur de Concepción, 28 de marzo de 2013

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